A pocos días de su estreno en Netflix, El Eternauta se ha convertido en una de las series más vistas a nivel mundial, y es justo señalar que más allá de la enorme expectativa por la adaptación de la clásica historieta concebida a fines de los ’50 por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, hay tres aciertos clave que hacen de esta superproducción una experiencia fascinante.
En primer lugar, el talentoso director Bruno Stagnaro (Pizza,birra,faso, Okupas, Un gallo para Esculapio), practica un saludable ejercicio de apropiación de esta pieza clave de la cultura argentina. Si bien el realizador conserva tanto los ejes narrativos medulares de la historieta, como también la atmósfera opresiva, su versión de El Eternauta se permite entre otras cosas incorporar nuevos personajes y ambientar la acción en nuestros días. Como suele suceder con la trasposición de toda obra icónica, seguramente habrá fanáticos de este clásico sentirán que algunos aspectos del material original no se encuentran reflejados con fidelidad en la serie. En tal sentido, el equipo creativo de esta producción dio en la tecla al darle un vuelo propio a la emblemática joya gráfica que cineastas como Lucrecia Martel o Álex de la Iglesia soñaron con llevar a la pantalla.
El Eternauta cautiva al público mundial
El segundo punto que marca un hito en esta propuesta que llega a los rincones del mundo a través de Netflix, consiste en la destreza de Bruno Stagnaro para explorar con suceso códigos genéricos no tan frecuentados en la producción audiovisual nacional, como la ciencia ficción y la aventura. Esta distopia porteña, comienza cuando una reunión entre amigos que juegan al truco es abruptamente interrumpida por unas extrañas cenizas que caen del cielo en forma de nevada tóxica. A partir de ahí, el grupo buscará su salvación atrincherándose en la casa del anfitrión, mientras que uno de ellos, Juan Salvo (Ricardo Darín), decidirá salir en búsqueda de su exesposa Elena (Carla Peterson); para así juntos ir en rescate de la hija que tienen en común. Al igual que en clásicos del cine de zombies, la amenza se despliega tanto en el interior del domicilio en el que los protagonistas han quedado varados, como en las calles atestadas de cadáveres y un puñado de sobrevivientes que se abren paso saquenado negocios, o matando a quien se les cruce con tal de obtener algún beneficio.

Pero los aciertos de El Eternauta no se agotan en la apropiación de la historieta que traspone Stagnaro, ni en la lograda atmósfera agobiante de la serie, sino que de manera constante se intuye que detrás de la fábula pesadillesca hay algo todavía más espeso. Y es aquí donde esta joyita de ciencia ficción crítica se abre a más de una lectura política o sociológica, trascendiendo las barreras de nuestra perspectiva nacional hacia un discurso con un fuerte anclaje en el estado de situación que hoy atraviesa al mundo.
En definitiva, el factor que ha llevado a que El Eternauta fascine a audiencias de latitudes de lo más diversas, consiste en que este nuevo éxito de Netflix no sólo actualiza con fervor premisas tan clásicas como la de la apelación a la lucha conjunta por encima del dictamen del individualismo, sino que también nos estampa contra un presente global que huele cada vez más a distopía.

El Eternauta / Argentina / 2025 / 6 episodios / Duración total: 321 minutos / Dirección: Bruno Stagnaro / Con: Ricardo Darín, Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto, Claudio Martínez Bel, Orianna Cárdenas, Mora Fisz y Jorge Sesán.
Comentarios