Detrás de cada empresa exitosa, proyecto innovador o causa transformadora, hay algo en común: un equipo sólido. Pero no cualquier grupo de personas logra resultados extraordinarios. Los equipos de alto rendimiento se construyen con intención, liderazgo y propósito compartido. Por eso, Gente se comunicó con Ariel Champanier, CEO de RE/MAX Premium y referente del sector inmobiliario, sobre cómo construir equipos unidos y fuertes.

Cómo construir equipos de alto rendimiento, según Ariel Champanier
Formar un equipo de alto rendimiento no es cuestión de azar, sino el resultado de una construcción diaria basada en principios claros y liderazgo humano. Ariel Champanier, CEO de RE/MAX Premium y referente del sector inmobiliario, destaca seis pilares fundamentales para alcanzar esta meta.
El primer punto es tener una visión compartida como punto de partida. Todo equipo necesita un propósito que actúe como brújula. Cuando los integrantes comprenden el “para qué” de lo que hacen, su compromiso y motivación se multiplican. No se trata simplemente de ejecutar tareas, sino de trabajar juntos por una meta inspiradora. “La visión es el comienzo de un equipo exitoso”, afirma Champanier, subrayando que el sentido de propósito compartido es el primer paso hacia un rendimiento extraordinario.

El siguiente paso es encontrar las personas adecuadas en los roles correctos. Con tener al mejor talento no alcanza si no está bien ubicado. Identificar fortalezas y debilidades, evaluar tanto habilidades técnicas como blandas, y promover la diversidad de pensamiento son elementos claves. La complementariedad entre los miembros —que uno potencie al otro— es lo que realmente construye un equipo sólido. Para Champanier, se trata de armar un rompecabezas en el que cada pieza encaje de forma armónica, priorizando siempre el equipo por sobre las individualidades.
Después viene lo más fundamental que tiene que tener cualquier equipo: calidad humana. Eso que no sé ve, pero que sostiene todo. Crear un entorno donde se pueda hablar con honestidad, pedir ayuda sin temor y aprender de los errores, impulsa un crecimiento más veloz y saludable. Además, trabajar con buenas personas no solo mejora el clima laboral, sino que fortalece la cultura organizacional. En este sentido, la vulnerabilidad del líder no es una debilidad, sino una herramienta poderosa para construir vínculos genuinos.

Comunicación clara y un liderazgo que inspira
La comunicación efectiva no es negociable. Reuniones bien organizadas, feedback frecuente, escucha activa y objetivos bien definidos forman parte de los hábitos de los equipos que logran resultados sostenibles. Evitar suposiciones y fomentar el diálogo abierto y directo es clave para mantener a todos en sintonía.
También es importante tener un líder de alto rendimiento que no imponga, sino que impulse. Su rol es guiar, inspirar y eliminar obstáculos para que cada miembro del equipo pueda dar lo mejor de sí. Reconocer logros, acompañar procesos y estar presente cuando se lo necesita, son actitudes que transforman al liderazgo en una fuerza positiva y transformadora.

El punto final, y no por eso menos importante, es reconocer los avances, por pequeños que sean, reforzando la motivación y construyendo sentido de logro. Pero también es esencial reflexionar sobre los errores sin juzgar, para convertirlos en oportunidades de aprendizaje. Para Champanier, “el error no se castiga: se analiza, se comprende y se transforma”. Porque cuando cada integrante crece, el equipo también lo hace. Y cuando el equipo brilla, el éxito es solo una consecuencia.
Comentarios