En la historia del automóvil, pocos modelos pueden presumir de haber sido parte del ADN de tantos países al mismo tiempo. El Renault 4, lanzado en 1961 como respuesta a un mundo que cambiaba, se convirtió rápidamente en un símbolo de movilidad democrática. Más que un coche, fue una herramienta. A medio camino entre la ciudad y el campo, entre el trabajo y el ocio, entre la juventud y la adultez. Un coche universal.

Renault 4 e-tech
El Renault 4 E-Tech Eléctrico recupera el espíritu versátil del clásico 4L en clave moderna.

Décadas después, con la electrificación marcando el pulso de la industria, Renault decide volver a apostar por ese espíritu de accesibilidad e ingenio. Y lo hace reimaginando su mayor éxito global: así nace el Renault 4 E-Tech eléctrico.

Para comprender el regreso de este modelo hay que remontarse a su génesis. A mediados de los años 50, Pierre Dreyfus -entonces director de Renault- comprendió que la sociedad europea necesitaba un vehículo capaz de adaptarse a nuevos estilos de vida: más dinámicos, más igualitarios, más móviles.

La frase que pronunció entonces, “es necesario crear un volumen”, fue mucho más que un eslogan de marketing. Era la síntesis de una filosofía: construir un auto que fuera como un pantalón vaquero, útil, resistente, sin barreras de género ni clase.

Renault 4 e-tech
Con hasta 400 km de autonomía, el nuevo R4 apunta a la movilidad eléctrica para todos.

El Renault 4 logró exactamente eso. Se vendió en más de 100 países, con 8.135.424 unidades fabricadas entre 1961 y 1992. Fue coche oficial de servicios postales, de fuerzas de seguridad, de familias y de jóvenes en busca de libertad. Incluso llegó a destacarse en rallys y raids, demostrando que también podía ser un guerrero. Hoy, con su regreso en formato eléctrico, la marca busca trasladar esa misma lógica de inclusión al siglo XXI.

Lejos de limitarse a una operación estética con guiños retro, el Renault 4 E-Tech Eléctrico se inserta en el corazón de la estrategia “Renaulution”, liderada por Luca de Meo, que apunta a reposicionar la marca como líder en movilidad accesible y sostenible.

Este nuevo modelo se ubica en el segmento B, justo por encima del Renault 5 E-Tech. Comparte con él la plataforma AmpR Small (antes CMF-BEV), que le permite ofrecer una conducción ágil, un centro de gravedad bajo y una batería integrada sin sacrificar espacio interior. Aunque aún no se han divulgado todos los datos técnicos, la autonomía estimada es de hasta 400 km.

Renault 4 e-tech
Fabricado sobre la plataforma AmpR Small, comparte base técnica con el Renault 5 E-Tech.

La estética exterior toma prestados algunos rasgos del modelo clásico, como los faros frontales circulares encerrados en una estructura cuadrada, el capó elevado y una silueta funcionalmente cúbica. Pero todo fue reinterpretado con líneas modernas y proporciones de crossover urbano, acercándose al formato SUV que hoy domina el mercado.

La capacidad del baúl es uno de sus grandes argumentos: 420 litros reales, aprovechables gracias a formas cúbicas, respaldos traseros abatibles y un asiento del pasajero que se pliega en modo “tipo tablet” para transportar objetos largos. Además, el umbral de carga es bajo, lo que facilita el acceso.

La habitabilidad también fue cuidada: materiales reciclados, compartimentos portaobjetos por todo el habitáculo y una posición de manejo que prioriza el confort en trayectos urbanos y suburbanos. La suspensión elevada y el sistema Extended Grip garantizan adherencia en superficies difíciles, lo que habilita su uso fuera del asfalto.

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Diseño retro, tecnología actual: el 4 eléctrico combina estilo y funcionalidad urbana.

La función one pedal driving, el sistema de regeneración de energía y la conectividad integrada completan un combo que no busca deslumbrar con gadgets innecesarios, sino convencer con soluciones reales.

En tiempos donde el marketing abusa de las palabras “sostenibilidad” e “innovación”, Renault vuelve a poner el foco en lo esencial. El nuevo 4 no busca impresionar, sino servir. Como en los años 60, la apuesta es clara: acercar la movilidad del futuro al presente, sin excluir a nadie.

Es una reinterpretación, sí. Pero también es un manifiesto de que un auto puede ser eléctrico, moderno y todavía conservar alma.

 

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